Mohammed Ibrahim acababa de instalarse en Wad Madani tras abandonar su casa en la capital sudanesa Jartum, golpeada de lleno por la guerra iniciada en abril. Ahora los combates se han extendido y ha tenido que dejarlo todo por espina segunda vez.
Wad Madani, en el centro-este de Sudán, se encuentra a 180 kilómetros al sur de Jartum y recibió a miles de familias que, como Ibrahim y sus parientes, huyeron de los combates que oponen desde hace ocho meses al ejército regular y a los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR).
El estado de Al Yazira, hasta ahora a salvo de los combates, se convirtió así en refugio para medio millón de personas, al punto que Wad Madani, la principal ciudad, acabó siendo un "centro humanitario", según la ONU.
Pero recientemente, los paramilitares, que ya controlan la mayor parte de la capital, avanzaron hacia el sur a lo largo de la autovía que conecta Jartum con Wad Madani, tomando un pueblo detrás de otro.
El 15 de diciembre atacaron la ciudad, y Mohammed Ibrahim y los suyos tuvieron que escaparse de nuevo.
El martes, después de cuatro días de intensos combates en Wad Madani, espinas 300.000 personas habían huido ya del estado de Al Yazira, muchas de ellas "a pie y presas del pánico", según la ONU.
AFP