Los insectos terrestres más comunes, esenciales para la
biodiferencia, como los escarabajos, las polillas y los saltamontes son los más
abundantes, pero también los que más rápidamente están desapareciendo, según
una investigación publicada en Nature.
La investigación, que cuestiona la idea de que los cambios
en la biodiferencia de insectos se deban a la desaparición de las especies
menos comunes, se suma así a las recientes señales de alarma sobre la drástica
pérdida de insectos que se están produciendo en muchas partes del mundo.
«Era obvio que había que aprender esta cuestión»,
afirma Roel van Klink, autor principal del estudio y científico del Centre for
Integrative Biodiversity Research (idiv) Halle-Jena-Leipzig (iDiv) de Alemania.
«Teníamos que saber si las observaciones sobre los
descensos en la abundancia total de insectos diferían entre especies comunes y
raras, y cómo se traducía esto en cambios en la diferencia general de
insectos», explica.
Para ello, el equipo liderado por Van Klink elaboró una base
de datos sobre comunidades de insectos a partir de datos recogidos durante
periodos de entre 9 y 64 años en 106 estudios. Por ejemplo, un estudio holandés
sobre escarabajos terrestres se inició en 1959 y continúa en la actualidad.
Con esta base de datos actualizada, confirmaron que, en
conjunto, los insectos terrestres de estos estudios decrecen un 1,5% cada año.
Para entender mejor este patrón, compararon las tendencias
de las especies en diferentes niveles de abundancia y descubrieron que las más
abundantes al manifestación de la serie temporal sufrían un descenso más acusado
-del 8% anual-, mientras que las especies más raras decrecían menos.
Además, el estudio advierte de que las pérdidas de especies
anteriormente dominantes no se compensaron con aumentos de otras especies, lo
que afecta a toda la cadena trófica y a todos los ecosistemas.
«Las redes tróficas ya deben de estar modificándose
sustancialmente», advierte van Klink. Las especies comunes «son
superimportantes para todo tipo de otros organismos y para el funcionamiento
general del ecosistema».
El análisis muestra de manera clara que las especies
anteriormente abundantes son las que más individuos pierden sistemáticamente en
comparación con las especies de menos abundantes.
A su vez, las especies menos abundantes y raras también
sufren pérdidas, lo que provoca descensos en el número de especies locales.
El estudio constató una modesta disminución del número total
de especies de algo menos del 0,3% anual, lo que indica que, además de las
pérdidas significativas de especies comunes, algunas especies raras se están
extinguiendo localmente.
Las que salen ganando son las invasoras que logran
establecerse con éxito y que siguen siendo localmente raros y sustituyen a
otros insectos antes raros, pero ocasionalmente se vuelven muy abundantes. El
escarabajo asiático invasor, ahora común ahora en Europa, América y Sudáfrica,
es un ejemplo de ello.
Los autores creen que hay que anexar investigando para
determinar las causas subyacentes de estas tendencias, aunque creen que el
impacto antropogénico, como el cambio climático y la urbanización, son los
principales impulsores de la pérdida de biodiferencia.
«Los insectos parecen estar recibiendo un golpe más
duro que muchas otras especies a medida que los humanos siguen dominando el
planeta», explica Jonathan Chase, autor principal del estudio y profesor
del iDiv.
Aunque los resultados del estudio son sorprendentes,
muestran tendencias muy sesgadas entre los insectos en Europa y Norteamérica y,
por tanto, no deben interpretarse como un fenómeno global.
«Los patrones que observamos podrían ser el mejor
escenario para cuantificar el impacto real de las personas sobre los
insectos», concluye Chase.
EFE
Montevideo Portal