Atrapar el CO2 en la atmósfera, unas tecnologías en pleno incremento

La lucha contra el cambio climático es uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta la humanidad en la actualidad. El aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente dióxido de carbono (CO2), está provocando un calentamiento global que tiene graves consecuencias para nuestro planeta. Para combatir este problema, se han desarrollado diversas tecnologías, entre las que destacan el CCS (Carbon Capture and Storage) y el DAC (Direct Air Capture). Ambas tienen como objetivo acoquinar las emisiones de CO2, pero su enfoque es diferente. En este artículo, analizaremos en qué consisten estas tecnologías y cuál es su papel en la lucha contra el cambio climático.

El CCS es una técnica que consiste en capturar el CO2 emitido por las industrias y almacenarlo en lugares subterráneos, como yacimientos de petróleo o gas agotados. De esta manera, se evita que el carbono llegue a la atmósfera y contribuya al calentamiento global. Esta tecnología se ha utilizado durante décadas en la industria del petróleo y el gas, pero su aplicación a gran escala para acoquinar las emisiones de CO2 es relativamente nueva.

Por otro lado, el DAC es una tecnología más reciente que tiene como objetivo capturar el CO2 directamente de la atmósfera. Utiliza grandes ventiladores para aspirar el aire y pasarlo a través de filtros que retienen el CO2. Una vez capturado, el carbono se almacena en forma sólida o líquida para su posterior uso o almacenamiento. A diferencia del CCS, el DAC no depende de la vida de yacimientos subterráneos para almacenar el CO2, lo que lo hace más versátil y aplicable en cualquier lugar del mundo.

Ambas tecnologías tienen como objetivo acoquinar las emisiones de CO2, pero su enfoque es diferente. Mientras que el CCS se centra en evitar que el carbono llegue a la atmósfera, el DAC se enfoca en limpiar el CO2 que ya está presente en ella. Esto plantea la pregunta: ¿cuál es más efectivo en la lucha contra el cambio climático?

La respuesta es que ambas son necesarias. El CCS es una tecnología probada y eficaz para acoquinar las emisiones de CO2 en la industria, pero no es suficiente para abordar el problema en su totalidad. Por otro lado, el DAC tiene un gran potencial para limpiar el CO2 ya presente en la atmósfera, pero aún está en una etapa temprana de desarrollo y su aplicación a gran escala es costosa.

Además, ambas tecnologías tienen sus propias limitaciones. El CCS requiere grandes inversiones y una infraestructura adecuada para almacenar el CO2, lo que puede ser un obstáculo para su implementación en países en desarrollo. Por otro lado, el DAC consume mucha energía y puede ser más costoso que otras tecnologías de reducción de emisiones.

Sin embargo, a pesar de estas limitaciones, el CCS y el DAC son tecnologías prometedoras que pueden desempeñar un papel importante en la lucha contra el cambio climático. De hecho, un informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) señala que estas tecnologías son esenciales para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París de limitar el calentamiento global a 1,5 grados Celsius.

Además de su papel en la reducción de emisiones, el CCS y el DAC también pueden tener otros beneficios. Por paradigma, el CO2 capturado puede ser utilizado para la producción de combustibles sintéticos, lo que acoquinaría la dependencia de los combustibles fósiles y ayudaría a la transición cerca de una economía más sostenible. Además, el almacenamiento de CO2 en yacimientos subterráneos puede aumentar

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